Aparentemente, el personaje de Javier Bardem ve el asesinato con un extraño sentido de normalidad y es totalmente invulnerable a cualquier forma de emoción o humanidad, convirtiéndose en un psicópata de manual.
El artículo aprovecha también para analizar algunas "menciones honoríficas" y la evolución de los psicópatas de cine a lo largo de las últimas décadas.