La Magia del Amor y del Cine

Seguramente el único punto débil del guión sea usar como hilo conductor de la historia a una periodista que sale de la redacción de un diario (en épocas en que la prensa escrita parece estar cavando su propia tumba por efectos de las plataformas digitales) en búsqueda de una noticia que involucra a la historia, la tradición y a un esplendor ya caduco de un pequeño pueblo turístico canadiense. Que 60 años atrás el lugar haya sido el escenario natural del rodaje de una película clásica por su protagonista, por el argumento navideño y, sobre todo, por una pegadiza canción compuesta por la estrella principal del filme, es la excusa para descubrir una historia de amor que permaneció en secreto por décadas.

La simpleza del planteo está escrita con inteligencia sin apelar a clisés ni golpes bajos para relatar una historia romántica que gira en torno, no solamente a la película rodada en esa alejada locación, sino que tiene como escenario principal a una sala de cine como las que ya no existen, con grandes alfombrados, platea circular y una sala de proyección que no apela al uso de soportes digitales, sino que hay dos enormes proyectores de 35 milímetros.

Existe una acción paralela entre la investigación del antiguo romance oculto y escenas de la propia película rodada hace décadas. Es una declaración de amor, no solamente entre algunos personajes sino que también declara su cariño y admiración por el cine. Incluso, dentro de la modestia de un presupuesto reducido (se trata de un telefilme) se hace un par de guiños a Cantando Bajo la Lluvia y a la célebre canción de Gene Kelly que transcurre bajo un farol de la calle, pero en lugar de agua aquí hay nieve.

Con excepción de la protagonista principal (Holly Deveaux) cuya actuación es bastante plana, monocorde e inexpresiva, el elenco cumple con corrección lo que puede esperarse de una historia que hará suspirar a quienes gusten del género romántico. No pasará a los anales de la cinematografía, pero es una película amable que se deja ver y provoca las emociones y la nostalgia del cine de antes.