Como excusa para hacer una secuela innovadora, los autores se plantean una idea mucho más compleja que la de la primera parte. Distorsiones temporales, una cuarta dimensión y otras alteraciones en las leyes físicas son las cosas que, esta vez, complican la vida dentro del cubo. Pero, aunque cambien las reglas, la base sigue siendo la misma: Un grupo de personas, que no sabe como llegó allí, está atrapada en una estructura llena de cubos en los que sobrevivir y escapar son cosas difíciles de lograr. Y, con el transcurso de la trama, se empieza a notar que la única innovación tiene demasiados agujeros. Las leyes planteadas para este cubo están mal explicadas y mal usadas, se contradicen bastante y se van aplicando según la conveniencia del guión. Al final todo deja de tener sentido, sobre todo si se lo piensa un poco, y la película se vuelve una decepción.