Érase una vez en 1954 un hombre llamado Akira Kurosawa

Las películas del maestro japonés son casi todas obras maestras, pero para mí la mejor es Los Siete Samurais que, ambientada en el Japón feudal, narra las acciones de 7 mercenarios defendiendo a unos campesinos de los abusos cometidos por el mandamás de la zona.

Seis años más adelante (1960) John Sturges hace la remake Los Siete Magníficos adaptando la historia a los EE.UU. del Siglo XIX, que fue un notable western no muy valorado en su momento pero reivindicado una década después. Se destacaba la banda sonora con un leit motiv de Elmer Bernstein que se convirtió en un clásico de la música de cine y la magistral dirección de Sturges que, entre otras cosas, logró hacer que Yul Brynner y Charles Bronson parecieran actores arrancándoles gestos y expresiones a sus pétreos rostros, y la descripción psicológica de todos los personajes.

Ahora bien, esta remake de otra remake es, extrañamente, una buena película para pasar el rato. No es —ni de cerca— una obra maestra ni una película notable, pero tiene un tono de comedia con tramos verdaderamente hilarantes (por ejemplo la composición que Ethan Hawke hace de un tipo con dudas existenciales, o la descacharrante figura de un indio interpretado por una especie de fisicoculturista con cara de Ricky Martin), escenas de acción y batallas bastante desbordadas al estilo Tarantino pero muy bien coreografiadas, y con especial destaque de la fotografía que tiene una impresionante profundidad de campo (mantener foco simultáneamente en los primeros planos y en los últimos) y unos movimientos de cámara (hay cientos de travellings) que por momentos da la sensación de estar viendo una película en 3D.

Si te gustan los westerns y eres algo benévolo con guiones exagerados, te la recomiendo calurosamente. En los créditos finales se escucha el famoso tema de Bernstein de la primera versión.