Trafic

Tráfico

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Trafic

película • Francia y Italia ()

Monsieur Hulot ha diseñado un peculiar vehículo que se convierte en una casa con ruedas. Invitado a una exposición en Amsterdam, emprenderá un accidentado viaje junto a la joven ejecutiva Maria para intentar mostrar su creación al mundo. Ver detalles

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Descripción
Monsieur Hulot ha diseñado un peculiar vehículo que se convierte en una casa con ruedas. Invitado a una exposición en Amsterdam, emprenderá un accidentado viaje junto a la joven ejecutiva Maria para intentar mostrar su creación al mundo. (Por Haku)
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Tráfico

Géneros
Dirección
Historia
Reparto
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Estreno
16 de abril de 1971
Duración
1h 36min

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Monsieur Hulot ha diseñado un peculiar vehículo que se convierte en una casa con ruedas. Invitado a una exposición en Amsterdam, emprenderá un accidentado viaje junto a la joven ejecutiva Maria para intentar mostrar su creación al mundo.

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La Locura del Automóvil

Acepto el desafío de otro compañero de FilmAffinity que estimula a que se publiquen comentarios de Trafic. Este fue el último largometraje del genial Jacques Tati. Su título original Trafic podría traducirse (aunque nada sé de francés) como Tráfico en el sentido de “tránsito”, de “tráfico vehicular” —parece mentira que en épocas de narcotráfico haya que hacer tan tontas aclaraciones— y acá, en el Río de la Plata (Uruguay y Argentina), fue proyectada en las salas de cine como “Monsieur Hulot al Volante”. Obtuvo el premio a mejor película extranjera por el National Board of Review. Rodada en 1971 cuando Tati estaba completamente en la ruina económica a la que había llegado como consecuencia de su gran obra maestra de 1967 Playtime, que fue el filme más caro en la historia del cine francés y que fue enteramente financiado por él mismo y tuvo, en su momento, apenas un relativo éxito de taquilla.

Tati se sentía muy desilusionado con la industria cinematográfica que no le daba mucha bola (no le hacían caso) y nunca consiguió dinero de la misma para hacer —vaya uno a saber— acaso nuevas obras maestras.

Esta obra la financió el multimillonario Alec Wildenstein que impuso una cláusula: su amante Maria Kimberly debía figurar en el elenco. Supongo que a Tati no le debe haber hecho mucha gracia (se dice que, además de dulce y querible, también era un perro de pocas pulgas) que le enchufaran esta actriz a prepo, pero para beneplácito del séptimo arte aceptó.

Una vez más tenemos al descolocado Sr. Hulot acometiendo contra los molinos de viento de la modernidad. En este caso el hilo argumental gira en torno al automóvil y el artista en un giro brillante pero paradojal, le asigna en el guión a este hombre despistado y abrumado por la tecnología el papel de.... ¡diseñador de prototipos de autos! De hecho la historia, en un formato de “road movie”, trata del traslado de su diseño de un auto-camping atravesando Francia, Bélgica hasta Holanda, para una exposición mundial del automóvil. Quien ya conozca el personaje de Monsieur Hulot podrá imaginarse qué clase de vehículo creó y como no quiero hacer spoiler ni siquiera puedo usar un adjetivo para describirlo. Porque no encuentro ese adjetivo, claro.

Las imágenes sonoras y el sonido visual. Como en toda la obra de Tati la banda sonora es un personaje más y el chiste y la sugerencia visual son constantes en el mecanismo del humor.

Hay muchísimos ejemplos que hacen referencia al protagonismo del sonido en Trafic, pero cabe destacar una secuencia con cámara fija de plano general (bueno, en realidad el uso de primeros planos y planos medios es muy escaso en la filmografía de este maestro) en el enorme Salón del Automóvil en la capital holandesa, donde se ven decenas de coches últimos modelos, cada uno atendido por sendos vendedores quienes abren y cierran estruendosamente puertas, capós, maleteros y techos corredizos mientras los potenciales clientes asoman sus cabezas en las superficies abiertas.

La imagen es protagonista absoluta en todo el metraje, pero la escena final, de una multitud de autos, bajo la lluvia, con sus limpiaparabrisas funcionando pero la escobilla de cada vehículo lo hace a un ritmo, velocidad y recorrido acorde al conductor, es de antología. El funcionamiento de este elemento en un coche conducido por un anciano es desopilante.

La perfecta armonía de ruidos e imagen en el choque múltiple que se produce en la autopista y, fundamentalmente, el estado de shock con el que los conductores y las conductoras se bajan de sus respectivos vehículos, completamente desorientados, estirando los músculos luego del golpe, mientras se amplifica el audio de elementos que ruedan fuera de control (tazas de ruedas, neumáticos, puertas, etc.) ha hecho que, en alguna época, muchas escuelas de cine utilizaran esta secuencia como una muestra del magnífico uso del montaje, del manejo de gran cantidad de extras y de la composición y encuadre de las tomas empleadas.

Visto desde el punto de vista no es un juego de palabras. El extraordinario manejo de la cámara que sin falsear para nada la realidad es ubicada en ángulos desde los cuales se tiene una perspectiva absolutamente distinta de lo que verdaderamente ocurre, aquí tiene decenas de ejemplos que atraviesan toda la duración de la cinta. Dicho de otra manera, al espectador se le trastoca todo el punto de mira. Pero cabe mencionar especialmente dos de ellos:

a) Toda la secuencia de escenas que transcurren en el interior de la estación de policía cuando el camión que transporta el prototipo de Hulot es requisado. Aquí todos los personajes (guardias, administrativos, presos, público en general) tienen alguna peripecia que les altera el aspecto, el caminar, el habla y hasta el olor personal. Obviamente esos personajes son conscientes al igual que el espectador de cuál fue la peripecia que sufrieron, con excepción del jefe de policía. Éste sólo ve el después: la forma rara de caminar, de oler, de hablar, por lo que tiene un punto de vista absolutamente racional de las apariencias pero falso en la realidad.

b) En un alto en el camino aparece una campesina corpulenta, de cabello largo que sonríe en forma insinuante y tiene un escote enorme por el que se desbordan unos senos muy voluminosos. Un pequeño giro de la de la actriz y un suave travelling de la cámara hacia atrás: la mujer carga en sus brazos un bebé muy grande que tiene sus brazos rodeando el cuello de la madre y está desnudo... sus enormes y rollizos glúteos están sobre el pecho de la mujer y semejan ser sus tetas.

Acerca del humor sano y respetuoso. El retrato que Jacques Tati hace de la gente común, del pueblo, es además de gracioso muy respetuoso. Sólo alguien que ama a sus semejantes puede mostrarlos en su costado ridículo con seriedad, con garbo, con gentileza y en forma generosa.

Siempre se encuentra algo nuevo en el visionado de cada una de sus películas ya sean 2, 3 o 10 veces que se vuelvan a revisar. Hay montones de chistes que ocurren en tercer, cuarto y quinto planos. No todo pasa solamente en el plano más cercano a la cámara, hay que ver el fondo y apreciar el ingenio y, valga la cacofonía, la ingeniería de la puesta en escena y de los ensayos que siguen una coreografía pensada hasta en sus mínimos detalles. Yo he visto Trafic (al igual que al resto de la filmografía de Tati) unas 7 u 8 veces desde su estreno. La última vez fue ayer y me vi enfrentado a una escena que recordaba muy bien de veces anteriores, que me causaba mucha gracia, aunque había un pequeño detalle que nunca antes había llegado a entender.

La planta de montaje de la empresa automotora en que Monsieur Hulot es el diseñador de prototipos, es mostrada casi que como un modesto, sucio e impresentable taller mecánico de barrio. Entre el personal hay un obrero muy jovencito, con pelo largo, expresión lánguida, grandes ojeras, muy desganado y pachorriento. Un adolescente típico, o por lo menos el cliché que se tenía de un joven en esa época. Por circunstancias muy graciosas pero que no vienen al caso ahora, él termina balanceando sus brazos, entonces se acerca el capataz que no había visto las razones por las que el chico estaba así, le detiene el brazo y le dice que son las 6 de la mañana. Aunque, repito, todo era muy gracioso nunca entendí ese diálogo y lo atribuí a razones de traducción. Como sé poco y nada de francés, pedí asistencia al traductor de Google y, efectivamente, el capataz le decía al muchacho la hora. Recién luego de 50 años de haber visto por primera vez esta película, entendí un chiste más de todos los que hay y no tenía que ver precisamente conque fueran las 6 de la mañana. Era que el balanceo de los brazos hacía una muy sutil referencia al movimiento de la masturbación.

Sólo un tipo hipersensible y humanista puede mostrar un pequeño y reducido automóvil deportivo, descapotado, con espacio reducido como un kayak, con un anciano de 90 años atascado adentro y tratando de salir del mismo, sin reírse del otro pero haciendo reír al público.

Lamento profundamente carecer de fluidez escrita y del poder de convencimiento para hacer que gente que aún no conoce la obra de Jacques Tati, se acerque a la misma y pueda disfrutarla.

Se trata de reír. Porque, además, reír es gratis.

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