Incapaz de aceptar la decisión de Dan de divorciarse, Betty pierde el control mientras hace caso omiso a los tejemanejes legales de su calculador marido.

Años antes de su crisis matrimonial, Betty se esfuerza por sacar adelante a su familia, cada vez más numerosa, y apoyar a Dan cuando este decide ir a la universidad.

Betty, que es testigo de los problemas conyugales de una amiga, se da cuenta de que su relación hace aguas y nota el desencanto de Dan con la próspera vida que llevan.

Dan manipula a Betty, cada vez más perturbada, haciéndola creer que no tiene ninguna relación con Linda mientras planea fríamente el fin de su matrimonio.

Betty canaliza la ira que siente por Dan mediante mensajes de teléfono ofensivos y actos vandálicos, dando a pie a represalias cada vez más crueles.

Betty, legalmente en desventaja, se enfrenta a Dan en los tribunales, donde intenta hacerlo responsable de la forma en que la ha tratado.

Cada vez más desconsolada por la nueva vida de Dan con Linda, Betty se desahoga con sus amigas y su familia antes de llegar a su límite.

Betty testifica en el estrado sobre los sucesos que la llevaron a irrumpir en la casa de Dan y Linda aquella aciaga noche.