Ni siquiera es un thriller

Si viste algún tráiler y luego visionaste esta película ya te habrás dado cuenta que te vendieron gato por liebre. Y no se trata de que sea una mala película —por lo menos no en mi opinión— sino de que aquí no vas a encontrar un thriller y ni una gota de suspenso o misterio.

En el año en que muere Stalin y cuyo régimen perduraría por varios años más se ubica la historia de un asesino (¿pedófilo?) en serie que, al igual que cualquier otro homicidio, es negado por el "stablishment" que sostiene que los asesinatos sólo ocurren en el occidente capitalista y por lo tanto toda muerte violenta se atribuye a "accidentes".

Hay un elenco de lujo en el que especialmente Tom Hardy, Gary Oldman y Noomi Rapace se sacan chispas en trabajos verdaderamente memorables pero la historia es muy (pero muy) confusa y no narra un trabajo de investigación y deducciones de los crímenes, sumando multitud de personajes secundarios que no son desarrollados y que desaparecen inexplicablemente. La estética es apabullante en sus tonos sombríos de la Moscú sitiada por el autoritarismo y en los luminosos escenarios boscosos por donde transita el ferrocarril.

Si te interesan los dramas bien actuados, muy lentos y de extensa duración podrá gustarte, si estás buscando acción y suspenso lo encontrarás en otra cinta