Larry cambia por una experiencia cercana a la muerte, una revelación sobre su padre y un bocadillo que lleva su nombre.

Larry contrata a un investigador privado para proteger cierta información sobre su pasado y, por otro lado, su puesto como defensor de la comunidad homosexual se ve en peligro al encontrarse en problemas personales con Wanda Sykes.

Larry compra un sujetador a su asistenta y se salva de la ira de su vengativo marido gracias a la ortopedia y a un clavo especial.

Larry se encuentra en problemas con el dueño de un restaurante japonés por ser un bocazas y sugerir que su progenitor no fue realmente un piloto Kamikaze. No contento con eso, acusará a su propio padre de jubilarse y ser el responsable de su adicción a ir al bingo.

Larry y Jeff intentan encontrar una solución al enterarse de que Richard Lewis necesita urgentemente un trasplante de riñón. Ellos mismos ofrecerán el suyo pero ninguno de los dos podrá donarlo finalmente.

Larry cumple dos sueños y se intercambia un batín con todo un personaje.

El robo de un periódico y la llegada de un nuevo vecino (del que se dice que es delincuente sexual) causarán grandes tensiones en el barrio que explotarán finalmente en el programa de Larry, donde todo el vecindario acude como invitado.

Después de vivir en primera persona los problemas de Richard Lewis, Larry traza un plan por si él mismo necesita un trasplante de riñón algun día. Mientras tanto, una enfermera afirma que Jeff padece algunas deficiencias y Larry invita a Lewis y su hija a la nieve.

Larry continúa su investigación para averiguar el paradero del perro perdido de Jeff, Oscar, y las pistas le llevan a sospechar del corredor de apuestas coreano.

Larry descubre quiénes son sus verdaderos padres y decide viajar a Arizona para conocerles. Después de una revelación divina se decidirá finalmente a donarle su riñón a Richard Lewis, en una operación que resultará ser algo complicada.