Al igual que hace 11, cuando [mh]El Señor de los Anillos: Las Dos Torres[/mh] se estrenó en las vísperas de navidad, los cines están abarrotados por [mh]El Hobitt: La Desolación de Smaug[/mh], la expectativa de una producción de esa magnitud se espera con impaciencia, los espectadores aguardan el momento para ver esta épica continuación de la adaptación del mundo de J.R.R. Tolkien. [mh]Peter Jackson[/mh] nos lleva de nueva cuenta al relato de aventura, con lecciones sobre la valentía, el valor, el perdón y la esperanza, todo ello de forma épica. Nuevamente el guión corre a cargo de [mh]Peter Jackson[/mh], en colaboración con [mh]Guillermo del Toro[/mh], quien se toma algunas libertades, cambia ciertas situaciones y agrega otras para que la película sea un poco más dinámica, manteniendo la atención en la misión de Bilbo y su travesía por demostrar lo que Gandalf les prometió a los enanos. Uno de los cambios es la introducción de la elfa Tauriel ([mh]Evangeline Lilly[/mh]) y su relación con uno de los enanos. Aunque no todos estarán del todo de acuerdo y se podrán sentir traicionados por las decisiones del realizador, la película funciona bastante bien. Algo a destacar el dragón Smaug, quien resulta ser un excelente adversario, su presencia, cuya voz a cargo de [mh]Benedict Cumberbatch[/mh], genera miedo, reverencia y ayuda a entender el pavor que causa a la Ciudad del Lago y sus alrededores. Mientras que Bilbo resulta ser un personaje mucho más activo que lo mostrado en la primera cinta, ahora es quien realiza las acciones y permite a la historia avanzar, además de que vemos el crecimiento interno del hobbit, su fortaleza y valentía ante la adversidad y su apego con el anillo que despierta la oscuridad del ojo que todo lo ve. [mh]Martin Freeman[/mh] demuestra que se ha adueñado por completo de Bilbo. Esta segunda entrega de El Hobbit sigue siendo un manjar a la vista, con una gran dosis de acción, amor y humor. Si se le compara con la primera parte hay una evidente mejora tanto en su narración cinematográfica como en la forma en que se transforman sus personajes. [mh]El Hobbit: La Desolación de Smaug[/mh], cumple las expectativas, pues en conjunto resulta una gran obra épica, con los grandes efectos visuales y la gran fotografía, edición, música, diseño de producción, vestuario. Aunque no está completamente apegada al libro, el relato cinematográfico es increíble, trepidante y al mismo tiempo conmovedor por los matices de sus personajes, volviéndola de alguna forma inalcanzable y hermosa.